LA INTOLERANCIA A LA LACTOSA
La intolerancia a la lactosa es una afección intestinal que
imposibilita la correcta digestión de la lactosa (el azúcar natural de la
leche) debido a una deficiencia en la enzima encargada de separar la lactosa en
dos azúcares simples (glucosa y galactosa) durante la digestión. Esta enzima
digestiva se llama lactasa.
Si la lactosa no ha sido desdoblada en los dos azúcares simples y llega
entera al intestino, el organismo no puede absorberla ni asimilarla y provocará
gases, malestar, diarrea y problemas intestinales.
Existen dos tipos de intolerancia a la lactosa:
a) La intolerancia Primaria es genética y afecta a personas que les
falta la lactasa desde el nacimiento. Es permanente.
b) La intolerancia secundaria la sufren otras personas que se vuelven
intolerantes a la lactosa como consecuencia de una agresión a la mucosa
intestinal por un virus, bacterias, antibióticos o quimioterapia, diarreas
infecciosas, enfermedad inflamatoria intestinal crónica, enfermedad celiaca,
etc. Es transitoria y recuperable.
Los síntomas suelen aparecer de los 15 minutos a las 2 horas después de
haber ingerido alimentos que contengan lactosa, generalmente acompañados de
flatulencias, cólico intestinal y diarrea. Los síntomas desaparecen entre 3 y 6
horas más tarde. Esto se debe a que la lactosa no ingerida en el intestino
delgado, pasa al intestino grueso y allí es fermentada por las bacterias de la
flora intestinal produciendo hidrógeno y otros gases.
Los síntomas más comunes de una mala digestión de los lácteos son:
Nauseas, calambres, gases, dolor abdominal, inflamación, diarrea, etc.
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